Narradoras en Latinoamérica: orígenes decimonónicos

En el siglo XIX, América Latina se encontraba en un proceso de lucha por la emancipación intelectual. Las guerras de independencia se habían presentado casi simultáneamente y un proyecto de integración pugnaba en medio de crisis políticas y económicas que invadían naciones. Debido a este panorama, se tomaron y adaptaron modelos europeos, entre los cuales el arte y la literatura no fueron la excepción. El romanticismo fue una corriente que proveyó a la novela de una fuerza literaria que impactó países como Francia, hasta llegar a nosotros. Al respecto, Mirta Yáñez menciona en su libro La Narrativa del Romanticismo en Latinoamérica:

Ante todo, el romanticismo en América fue un fenómeno crucial para el surgimiento y desarrollo de la narrativa. Por un criterio inveterado se acostumbra a comentar con más frecuencia la lírica romántica latinoamericana, donde el plato fue además de grande, suculento; sin embargo, los mayores rasgos de originalidad y de intencionalidad social están registrados en la narrativa. La independencia lingüística a que aspiraron jefes intelectuales del movimiento cuajó, de manera más rápida y concluyente, en la prosa. Al calor de las tendencias que llegaban del Viejo Mundo de las inquietudes nuevas que traía aparejado el hecho de la independencia, no solamente conquistó esplendor el querido cuadro de costumbres, sino que hizo por primera vez su aparición el cuento (Yáñez, 1989: 14).

Mujer decimonónica

Las mujeres en la literatura del siglo XIX tenían una voz parcial debido a que la figura masculina aún las ocultaba en la sombra. En medio de pautas y modelos establecidos por hombres, los esfuerzos colectivos por encontrar una voz propia del género femenino se manifestaron paulatinamente. Notamos los cimientos sólidos que dieron paso a la abolición de barreras en el ámbito educativo: la mujer decimonónica obtuvo el derecho a aprender a leer y escribir; aunque este privilegio dependía del estatus social, no demerita el logro que significó acceder a la literatura como receptora. Los antecedentes de este movimiento se presentaron en Europa:

Desde la primera mitad del siglo XVIII la prensa de Gran Bretaña y Francia publicó ensayos sobre las necesidades intelectuales y sociales de las mujeres; estos textos ganarían espacios y se convertirían poco a poco, en publicaciones completas dirigidas al lector femenino. La ampliación del número de periódicos y revistas dedicadas a las mujeres, también significó una mayor variedad en la oferta de lecturas. Las obras religiosas y morales, que llenaban los primeros textos periodísticos para mujeres, abrieron camino a las sagas inglesas y a los relatos de viajes (Rosado, 2012: 14).

La búsqueda por complacer a la lectora iniciada trazaría un camino que hoy se puede rastrear gracias al archivo histórico —recetarios y columnas de periódicos— de aquella etapa. Asimismo, dentro de la época decimonónica germinará un deseo por crear publicaciones escritas de mujeres para mujeres. En algunos países occidentales ya se habían levantado escritoras que replanteaban en sus textos el papel de la esposa, madre y amante. Por consiguiente, Latinoamérica izará un estandarte femenino que producirá obras fundamentales para la difusión de las letras femeninas. Aquellos pilares se ubicaron mayormente en Sudamérica y el cuento es un género que marcó su evolución, aunque —al igual que el reconocimiento de la mujer en la literatura y otros ámbitos— se consolidaría hasta el siglo XX.

Mujer decimonónica

Referencias

Malgesini, Graciela (2005), “Las mujeres en la construcción de Argentina en el siglo XIX”, en D. Georges y P. Michelle, Historia de las mujeres: El siglo XIX, México: Taurus, 683-699.

Rosado Avilés, Celia Esperanza (2012), “Revistas literarias para mujeres en el Yucatán del siglo XIX: Testimonios de la lucha por la publicación”, en C. Rosado y O. Ortega, Mujeres en Yucatán, Mujeres de Yucatán, México: Programa Editorial del IEGY, 13-37.

Yáñez, Mirta (1989), “Romanticismo y romanticismo en América”, en La Narrativa del Romanticismo en Latinoamérica, Cuba: Letras Cubanas, 9-41.

Lezlie Anahí Andrade Ruíz