Como una sentencia que subyace, El silencio es un animal apuntala su poética en la familiaridad de lo finito, en la corporalidad prisionera, en la voz que fracasa y se pierde trémula entre la garganta. Los versos de Jesús Sánchez Moreno se adentran en las vicisitudes de la existencia: la pérdida, la pregunta, la búsqueda, la espera, el amor, los recuerdos; y se mueven constantemente entre los finos intersticios circulares de la vida y la muerte. Desde la oscuridad y la melancolía, estos poemas preguntan aunque no reciban respuesta; enuncian en rabia a pesar de conocer la salvación del silencio; el deseo hace que estallen entre sus propias sombras con perdurables luminiscencias.
